domingo, 4 de noviembre de 2007

que en paz descanse

El libro es un objeto y como todo objeto tiene que desaparecer. Degradarse de una u otra forma. Lloran desde ya las viudas ilustradas. Histéricas. ¿Qué hacer? Celebrar. Lo literario hace rato que ya no circula por las páginas de papel y por las carcomidas tuberías de las instituciones que las imprimen. O circula mal, envilecido, banalizado.

Hace dos años quemé toda mi biblioteca. Los vecinos de Coyoacán llamaron a los bomberos. Después a la policía. Por último a la clínica siquiátrica. Desde lejos, la fogata parecía una sorpresiva fumarola del Ajusto. La vieron incluso desde Toluca. Desde entonces sólo leo en la pantalla. Aquí encuentro todo lo que necesito. Sin intermediarios. Los mercaderes han sido expulsados de mi templo.

Me dicen, sin embargo, que algunos jóvenes todavía sueñan con ver sus letras estampadas en una hoja de papel. Que algunos incluso hasta pagan por ello. Es una pena. Y un despilfarro. Debieran saber que publicar en el formato antiguo y convencional significa necesariamente algún grado de prostitución. Hay putas caras y putas de la calle, ya se sabe. Acá y allá es lo mismo. Allá, de todos modos, es más evidente. Cuatro cafiches manejan el tinglado. Primero contratan el stock de putas. Son pocas, finas y con estudios universitarios. Son capaces de llevar una conversación con el cliente. Luego las someten a un estricto régimen alimenticio. Las ponen a sudar en el gimnasio. Entonces las sacan a la calle. Las cuidan, les ponen guardaespaldas. Tienen una red que las protege. Ellas se llevan un pedacito insignificante de la torta. Los cafiches las golpean, pero ellas no dicen nada. Si les quiebran la nariz se someten a una nueva cirugía estética. Peor sería volver a pararse en una esquina. Pero los cafiches tienen sus días contados. Están nerviosos. No saben por qué tienen cada vez menos clientes. Le echan la culpa al Estado. Quisieran que les ayudaran a financiar sus putas. Un barrio rojo cuando menos.

Pero yo me río. Leo a los escritores jóvenes y me emociono hasta las lágrimas. Estoy viendo el cadáver de mi enemigo pasando frente a mi casa. Lloro de alegría. Soy viejo y a veces sentimental. Pero no soy optimista. El optimista es un pesimista mal informado y yo me mantengo muy bien informado gracias a la web. El asunto es que quiero presenciar la debacle mirándola de frente. Nunca con la vista en el piso. Ni menos mirando hacia atrás.

10 comentarios:

esteban dijo...

quemar toda la biblioteca, doctor, debe ser como quemar nuestros fantasmas. a mi me gustaría hacer eso, pero me falta mucho.

coyoacán parece un lugar agradable. esta ciudad, donde yo vivo, es como un hoyo negro que nos chupa a todos.

afectado y suyo,
esteban

Dr. Chapatín dijo...

es sólo quemar papel, señor esteban, sólo eso. para los fantasmas se requieren otras ceremonias que no viene al caso enunciar ahora.

y sí, coyoacán es un barrio agradable, pero sigue siendo el DF, el gran mercado persa de Latinoamérica.

suyo

Leyla dijo...

Lo peor es creerse libre leyendo y opinando por estos medios. Yo creo que el sentido de internet, es tenernos a todos -plenamente identificados- desde quién sabe que parte del mundo, aunque no es difícil imaginarlo. Porque además, está demás decir, que todo esto NO podría ser gratuito. O yo no puedo ser tan ingenua.O yo siempre veo lo turbio en un vaso de agua potable....qué se yo.
Buena lectura aquí en todo caso

Dr. Chapatín dijo...

¿Insinua usted, Sub urbana, algún tipo de confabulación del imperialismo yanqui? ¿Pensará acaso que este humilde y ya viejo servidor es un agente encubierto de la CIA?
La verdad es que no sabría cómo demostrar lo contrario.
Pero mientras tanto, le propongo que hablemos con metáforas. Seguro que allí no nos alcanza el brazo burdo de Bush Jr.
Suyo,

V dijo...

Sin enfermarse, por favor sin enfermarse. No se le debe perder el sentido: entretención. Por favor, que no se le pierda.

Dr. Chapatín dijo...

Para entretenerme, señorita V, prefiero la pornografía.
Suyo,

Leyla dijo...

Sí, eso insinúo. Aunque es 99 por ciento probable que usted No sea de la CIA ni de ningún servicio de espionaje ultra secreto, ya que escribe de corrido.Obvio.

Dr. Chapatín dijo...

Su optimismo me conmueve, Sub urbana. Obvio.
Sou,

R dijo...

quemar libros es el primer paso. ahora hay que empezar a quemar escritores, no? al menos a algunos.

Dr. Chapatín dijo...

Oh, señor Ajenjo, veo que es usted tan fuerte como la bebida homónima, conocida en mis tiempos como absenta.
Yo apenas me atreví a quemar MIS libros. Sería incapaz de tocar la sensible piel de los escritores nacionales, así no sea con mi desprolija palabra.
Suyo,