sábado, 28 de junio de 2008

diez consejos para los editores de mi patria

1- Inviertan en un buen par de audífonos para sus iPod. Así no escucharán los quejidos plañideros de los narradores de mi patria.

2- No escriban novelas ni cuentos. Contesten los mails.

3- Incentiven la lectura a través de una campaña de promoción de los próximos tres Premios Nacionales de Literatura. A saber, Germán Marín, Sergio Gómez, Carlos Labbé. En ese orden.

4- No den explicaciones de lo que no publican. Intenten explicar, eso sí, lo que publican. Partamos con El barco de ébano (Mondadori), Una burguesa rebelde (Planeta), Sábanas rojas (Alfaguara) Qué sabe nadie (ediciones B).

5- Piensen desde ya en “La Gran Carlos Orellana”: no olviden que la memoria es frágil y la vida corta.

6- Lean los blogs de los jóvenes narradores de mi patria y lloren de pena o asco frente a la pantalla.

7- Procreen entre ustedes a los sucesores. Andrea I con Sergio El Grande, Andrea II con el Príncipe Carlitos. Reconozcámoslo, no hay muchas alternativas fértiles que den garantía de consistencia genética.

8- Firmen un acuerdo para compartir a los cuatro mejores narradores de mi patria. A saber, Pablo Simonetti, Carla Guelfenbein, Roberto Ampuero, Hernán Rivera Letelier. Y hagan la correspondiente vaca en dólares para prorratear los derechos.

9- Repartan desde ya los saldos de Marcelo Lillo entre los Blockbuster y Lider de Valdivia.

10- Sigan resistiendo ante la mediocridad del lector chileno. De todos modos, ubiquen desde ya la salida de emergencia.

viernes, 13 de junio de 2008

sueño ligero con Poli Délano

-Cómo influyó el contexto de la Unidad Popular en tu generación.

Era para nosotros una apertura, un horizonte bien puesto, un ofrecimiento. Por eso se dio bastante el incorporarse a la temática de lo social contingente. Por ejemplo, durante ese período apareció una novela de Fernando Jerez que se llama El miedo es un negocio, donde se trata el tema del pánico financiero que se provocó apenas Allende ganó la elección. En el mismo período aparecen cuentos de Skármeta donde por primera vez se aprecia un interés por la política. Un cuento de Manuel Miranda Sayorenzo plantea de alguna manera el fenómeno de la nacionalización del cobre. En un cuento mío se aprecian o se vislumbran problemas derivados de la Reforma Agraria. Eran cuentos imaginativos, no eran informes hechos ficción. Pero todo lo que se estaba viviendo está presente en nuestra literatura. La Revolución Cubana, Los Beatles, el rock.

-La nominación de “novísimos” tiene cierta connotación rupturista. ¿Qué influencias reconocen?

La vertiente nuestra fue la novela norteamericana de los años treinta. Hemingway, Faulkner, Dos Passos, Saroyan. Y también la novela de post-guerra: Norman Mailer, Keruac.

-De tus antecesores, la generación del 50, ni hablar.

La generación de 50 está influida por factores que a nosotros no nos tocaron. El existencialismo sartreano, o por una mala interpretación del existencialismo sartreano. Además es una generación bastante burguesa ideológicamente. Y por supuesto se nota en su literatura. Muchos autores tienen centrado su interés en el orden de las viejas familias, en la decadencia de la alta burguesía, cosa que a nosotros no nos motivaba para nada. Éramos una generación más vitalista, más arremetedora. Nos gustaba más el grito en el cielo que la putrefacción en viejas casonas.

miércoles, 4 de junio de 2008

sueño pesado con Marco Antonio de la Parra

-Háblame de la vanidad.

La vanidad es una tentación de la época. Todo se transforma en vanidad, en entrevista, en fotografía. Entonces es muy desfigurador: ¿qué tiene que ver con lo que estoy haciendo? Las palabras te comienzan a pesar como quintales de harina, es una cosa espantosa, uno no puede hablar tranquilo, tiene que cultivar una imagen, y cuando eso restringe la libertad es peligrosísimo. Ahora, hay gratificaciones, están ahí, al lado, y hay que andar esquivándolas cada diez minutos. Eso ha sido muy potenciado por estos años. Estos años han provocado una irrupción violenta de la cultura narcisística contemporánea, lo cual nos pone al día y estamos ahí con el posmodernismo en general, pero al mismo tiempo es un excelente virus para frenar el desarrollo realmente intelectual de la nueva sociedad. Yo encuentro muy peligroso para el arte –aunque bueno para los artistas- las becas, ¿te fijas? Porque se crea una cosa narcisística indescriptible, temible. Los críticos hacen comentarios que nadie entiende y ya no te preocupa comunicarte, ni sobrevivir. Balzac escribía para pagar las deudas, y lo hacía harto bien. Es importante entonces escribir para pagar las deudas. El escritor que es capaz de crearse un público –esto es de Pepe Donoso- es un buen escritor. Capaces de convertirse en escritores vendibles sin renunciar. Yo quiero llegar de alguna forma a ganar dinero con la literatura, sin venderme. Esa es la adversidad, ¿te fijas? Porque ¿cómo llegó yo a ganar dinero para sobrevivir (para sobrevivir, no me interesa tener un palacio en Beverly Hills), para hacer más literatura sin renunciar un ápice a mis principios? En ese sentido yo soy un gran defensor de las capacidades estimulantes del subdesarrollo. Para mí fue tremendamente estimulante el ambiente médico después del Golpe. Esto suena raro, porque uno tiene que hacer el voto de decir: “todo estaba castrado, etc., etc” Pero yo creo que precisamente eso nos obligó a sobrevivir creando espacios. Lo que se castró fueron los espacios habituales. Los escritores sonaron, los teatristas habituales también, pero los médicos nos pusimos a escribir, ¿te fijas? Creo que ahí se cumplió la ley que dice Freud respecto a los sueños: donde se ejerce censura, la energía se expresa por otros lados. Transformamos lo rudimentario en virtud. Es decir, lo malo en bueno. Y no por una inversión perversa de decir lo malo es bueno, como cierta vanguardia que convierte en objeto de arte el defecar arriba del escenario. No, eso no. Sino empezar a trabajar sobre nuestros defectos, nuestras inhibiciones, dificultades y pobrezas, ¿te fijas?